La empatía no es ponerte en el lugar del otro desde tu propia perspectiva.

La empatía no es sentir lo que siente la otra persona  en una situación determinada teniendo en cuenta lo que tú harías en esa situación, o lo que sería más correcto hacer desde tú  punto de vista.

La empatía no es ver el mundo ni a los demás desde tu propio mapa.

No te confundas porque eso no es empatía.

Una persona empática sabe escuchar, entender los sentimientos del otro y aceptarlo.

Una persona empática escucha el doble de lo que habla.

Una persona empática centra su atención en el otro y no está pendiente ni de sí mismo ni de sus propios problemas.

Una persona empática observa la situación que describe el otro desde la perspectiva del otro.

Una persona empática jamás juzga las emociones ni las actitudes del otro.

Una persona empática siempre muestra respecto y comprensión.

Una persona empática no hace ningún comentario hiriente ni bromas al respecto.

Una persona empática no solo se sirve de palabras para confortar al otro, sino que también sabe dar un abrazo cuando sea necesario.

Pero además, una persona empática jamás espera nada a cambio.

Vivimos en una sociedad en la que todavía prima más el bien propio que el bien comunitario, y en donde llegar a dominar igual de bien la empatía que la lectura, tendría que ser obligatorio.